Sufrir con los que sufren / Libertad digital (España) y ADN (Málaga-España) 23.10.06
Es doloroso que una enferma pida morir, porque significa que sufre mucho. Me refiero al caso de la enferma de Granada que ha saltado a la opinión pública estos días. La actitud ante el sufrimiento ajeno debe ser la compasión, que etimológicamente significa sufrir con, no es una mirada de arriba abajo si no de tú a tú.. Conozco el Hospital granadino de San Rafael, donde está ingresada esta mujer. He pasado cientos de veces por allí, y también acompañé en ese centro sanitario a un enfermo en algunas de las últimas horas de su vida.
Cada persona es única e irrepetible, y el sufrimiento y la enfermedad también lo es. Más que enfermedades hay enfermos...
Los médicos y familiares deben escuchar a cada paciente e intentar ayudarle a vivir y morir dignamente.
Pero una ley de eutanasia -que nada tiene que ver con ahorrar sufrimientos innecesarios o mantener la vida con medios desproporcionados- no es la solución, porque como se demuestra en los países en que se ha aprobado, se convierte en un fácil expediente para eliminar vidas que suponen un gasto grande para el erario público o entorpecen la vida de quienes se quieren privar de familiares que rompen el estereotipo de la vida color de rosa que trasmiten las teleseries al uso.
En Holanda han practicado la eutanasia a cientos de enfermos que no la han pedido. Una ley de eutanasia se convierte fácilmente en una oportunidad para que el más fuerte venza al más débil. Y justamente el fin de la ley es el contrario, proteger al más débil en todas sus dimensiones: a los niños, a los enfermos, a los que ven conculcados sus derechos, a los que poseen menos recursos económicos.
Eutanasia significa buena muerte. Buena muerte es la que tiene lugar entre cuidados paliativos del dolor, la que llega junto a familiares o amigos que acompañan y alegran, la que recibe calor humano. Buena muerte no es la que se provoca de modo directo: eso recibe otro nombre.
El sufrimiento de los demás debe impulsarnos a ser más generosos con nuestro tiempo, con nuestra vida, para no dejar solos a los enfermos: la soledad es la peor de las enfermedades.
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