El discurso de Rubalcaba en su debate televisivo con Rajoy de cara a las próximas elecciones generales explicita una serie de principios:
• Defensa de la sanidad pública, garantía de una asistencia universal; de la educación pública frente la privada que pospone a los inmigrantes; y de unos convenios colectivos que protegen a los trabajadores de empresas pequeñas, más vulnerables a posibles abusos.
• Defensa de una serie de derechos: matrimonio de homosexuales, aborto, etcétera, presentados como conquistas frente a sus opositores, calificados como “intervencionistas en el ámbito privado”.
• Confianza en las leyes como instrumento de corrección de desigualdades, tales como la de las mujeres en la conciliación de la vida familiar con la profesional.
• Apuesta por una sociedad del conocimiento como motor de la economía frente a la especulación inmobiliaria.
La inclusión del derecho al aborto como elemento del edificio político diseñado por Rubalcaba produce una serie de problemas estructurales:
• Una política de aspecto solidario, que afirma inclinarse ante el menos fuerte –trabajador, inmigrante, pensionista, desempleado-, si lesiona el derecho humano a la vida, desprotegiendo al ser humano más débil, en gestación, no es consistente.
• Un político que desatiende a quien no puede votarle –el nasciturus precisa de 18 años, más de cuatro legislaturas para ejercer su derecho al voto-, pierde credibilidad democrática; la democracia pasa de ser “gobierno del pueblo” a “gobierno del votante”.
• Es más intervencionista abrir un útero y succionar al ser humano que anida y crece en él que su contrario.
• Una legislación proteccionista no se compagina con el restablecimiento del derecho primitivo romano del pater familias sobre la vida y muerte de los suyos, milenario receso en la protección de la persona frente a los posibles abusos familiares, sociales y estatales. Ley –lego, leer, elección, logos, palabra, lógico…- significa expresión racional. El aborto es razón de la fuerza frente a fuerza de la razón, voluntad de poder frente a voluntad de conocer y asumir lo conocido. “Ley del aborto” es contradicción en los términos.
• La apuesta por lo público frente a un presunto insaciable afán de lucro privado, -para el marxismo el pecado original es la propiedad privada- no es coherente cuando los nacimientos se privatizan y el Estado se lava las manos.
• Apostar la sociedad del conocimiento creando un derecho sustentado en ideas medievales sobre el proceso de gestación humana –embrión como gelatina informe, ser de naturaleza indeterminada, etcétera-, no es congruente; el microscopio invalida esas especulaciones preexperimentales.
• Defender la ley como instrumento de igualación y promover el aborto es discordante, ya que este cercena la igualdad más básica, la del nacimiento.
Diario de Molinoviejo (V)
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