El ser humano anhela el deseo de que se restituya lo hurtado injustamente. El paradigma de este deseo se hace especialmente patente en la muerte de los inocentes.
Es el caso de la película El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007) que recuerda en más de un extremo a Al final de la escalera. Los espíritus de unos niños, asesinados impunamente en el orfanato donde estaban acogidos, vagan por la casa, llamando la atención de Simón, un niño infectado de SIDA que vive con sus padres adoptivos, muchos años después del crimen.
La asesina, antigua empleada del orfanato, ya anciana, irrumpe en la historia, y trata de borrar las huellas de su crimen, pero sin éxito, porque Laura (Belén Rueda), madre de Simón, se lo impide.
El caso es que Laura, que busca desesperadamente a su hijo, desaparecido misteriosamente, descubre el asesinato. Laura había sido puesta en la pista por una medium y, sobre todo, por los propios niños asesinados, que la van guiando en una especie de búsqueda del tesoro.
La asesina paga su merecido al ser atropellada horriblemente mientras paseaba a un muñeco por la calle.
Laura no sólo descubre los huesos de las víctimas, sino que también halla a su hijo muerto, impacto que no puede superar y se suicida, engrosando la comunidad de almas en pena que habitan en el caserón.
La increencia en un Dios miseriocrdioso y remunerador hace necesario la restitución del Sheol judío o del Hades griego, una especie de más allá triste y desvaído. Al no existir un Dios que plenamente restituya las injusticias, los muertos tienen que reclamar la cooperación de vivos más o menos afines... Pero claro, si imperfecta es la justicia entre vivos, no lo es menos la que se desarrolla entre vivos y muertos.
El descubrimiento de los crímenes no lleva en la película a la apertura de un juicio humano. La asesina muere en accidente. El chaval que ha sido ocasión para desvelar los homicidios, no corre mejor suerte, muere, y arrastra a su suerte a su madre.
El orfanato es una especie de tragedia, donde los esfuerzos por hacer el bien no se premian. El regreso a la otra vida precristiana es un callejón sin salida, en el más estricto sentido literal.
Dicho esto, El orfanato posee un buen guión (cinematográficamente hablando), una buena filmación, y una buena interpretación, particularmente las de Laura e hijo. Laura hace un magnífico papel de mater fortis que no ceja en su empeño de hallar a su hijo.
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